Tratando de escapar [Elizabeth]

Otro día comenzaba, pero no era como todos los demás, hoy podría decirse que era un día en el que tenía suficiente tiempo como para dedicarme exclusivamente a mi y a las grandes confusiones que ocupaban mi cabeza el último tiempo, a las cuales no les encontraba ninguna solución. Elizabeth Bennet, aquella chica a la que había tachado de simple se estaba apoderando de mi mente sin ninguna clase de consentimiento y me negaba con rotundidad a quererla como lo estaba haciendo. Parecía algo fácil cuando me lo proponía, cuando intentaba con todas mis fuerzas olvidar su rostro, pero entónces ella aparecía otra vez derrumbando por completo cualquier intento de sacarla de mi; solía sentirme demasiado frustrado cuando algo de esto pasaba, me hacía sentír débil, solamente ella era cápaz de destruírme por completo sin nisiquiera darse cuenta. Además de que me reprochaba el mostrarme tan altanero en algunas ocasiones cuando ella estaba rondando cerca de mi, parecía que me enfocaba en hacer todas las cosas mal.

La noche anteriór no había podido descansar del todo bien por lo que la falta de sueño hizo que me levantara aún más temprano de lo normal, aprovechando esto me dediqué durante gran parte de la mañana a realizar todas mis tareas correspondientes por lo que me dejaba el resto del día para pensar en nada y no tener la cabeza ocupada era algo que no me convenía, por lo que tomé un libro y tras haberme despedido de Georgina salí en dirección al río para poder disfrutar del día soleado en soledad.
Caminé con tranquilidad, no tenía prisa por llegar, lo único que quería era que el tiempo pasara para poder retomar mi vida normal y mantenerme entretenido en cualquier cosa, el ocio no era algo que me gustara.

Me tumbé bajo un árbol en cuanto llegué a destino, abrí el libro tratando de encapsularme cuanto antes e alguna mágica historia para olvidar el mundo real que me atormentaba.

Al parecer hoy no era el día en que mi consentración se encontraba de lo mejor, había releído cuatro veces el mismo parrafo tratando de capatr la idea básica de este y nada.
Cerré el libro haciendo que las tapas duras chocaran fuerte contra el montón de hojas produciendo el ruido más fuerte posible. Dejé el libro a un lado sobre la hierba y lo miré con desdén como si el tuviera la culpa de mis problemas.
Crucé los brazos sobre mi pecho y levanté la vista en dirección al río, seguramente eso sería útil para calmarme. Y así lo fue después de unos momentos observando correr el agua cristalina ya me encontraba más relajado por lo que cerré los ojos dedicandome a disfrutar de la escasa brisa que corría.

Venír aquí no estaba dando el resultado que yo esperaba, lo que necesitaba era mantener ocupada mi cabeza y sin embargo estaba ocurriendo todo lo contrario.
Volví a tomar el libro y me levanté de un salto comenzando a andar con enegría en dirección a casa.
Subí las mangas de mi camisa hasta la altura del codo, el calor se estaba haciendo bastante dificil de soportar, sin duda me había equivocado de día para venír.

Caminé con más prisa con la vista clavada en el suelo no quería pasar ni un solo segundo más en este sitio, pero en ese momento levanté la cabeza y mi vista se posó en la bella dama que descansaba recostada sobre el tronco de un árbol sosteniendo un libro entre sus manos. No me costó nada reconocer de quien se trataba.
Al parecer algo se había empesinado en torturarme, no solamente tenía que mantenerla presente en mi mente, sino también que la ponía delante de mi a cada instante.

Me quedé parado, estático en el suelo sujentando el libro con más fuerza de lo normal peleando conmigo mismo sobre lo que debía hacer; podría darme la vuelta y regresar al lugar donde estaba hacia tan solo unos momentos, estaba casi seguro de que la Señorita Bennet no se había percatado de mi presencia. Pero eso no era lo que yo quería, tal vez poría llegar a entablar una agradable convsersación después de lo sucedido.
Mis pies se echaron a andar otra vez en su dirección hasta detenerse delante de ella.
Tomé una bocanda de aire profunda para luego hablar con suvidad.
- Señorita Bennet- saludé captando su atención, inclinandome un poco hacia delante en una reverencia.